El perfil del director de tienda es el de alguien que conoce muy bien su área de actividad, negocio, o su sector, y estos conocimientos le han permitido acceder al escalafón. Este conocimiento es el que le permite mejorar procesos existentes e incorporar procedimientos ya probados.
El responsable de tienda debe ser líder, es decir, debe influir sobre la gente para que trabaje con entusiasmo en la consecución de los objetivos comerciales. Deberá realizar su gestión sabiendo satisfacer las legítimas necesidades de su equipo. Para ello, deberá saber escuchar y valorar las opiniones de sus colaboradores, haciéndoles evolucionar como personas y como profesionales.
Como mando intermedio debe, además, tener habilidades organizativas, de planificación, y control de los procesos para facilitar la labor de los integrantes del equipo. Un gran líder con visión pero sin procesos, puede hacer que su equipo se desmotive ante el desorden y la descoordinación.
Coordinar no consiste solamente en “hacer hacer”. Delegará parte de su autoridad en colaboradores de confianza. El proceso de delegación tiene las siguientes fases: Definir el trabajo, Planificar, Asignar la tarea a la persona adecuada, Comunicar a cada integrante cual es la imagen del trabajo una vez acabado, Establecer un plazo, Comunicar los medios que tendrá para realizar el trabajo y Establecer un procedimiento de supervisión.
El Mando Intermedio debe de comprometerse con el desarrollo del sentido de equipo y, además, deberá conocer en qué situación en cuanto a madurez, conocimientos y compromiso se encuentren los integrantes del equipo, para desarrollar la respuesta directiva adecuada. No podrán nunca ser dirigidas de la misma forma personas con poca experiencia en el puesto, o un equipo con mucha experiencia. En el primer caso, las necesidades de seguimiento y de estructuración de las tareas y funciones serán mucho más fuertes, mientras que en el segundo la preocupación del directivo será la de mantener la cohesión, y la motivación interna centrándose más en la supervisión del resultado que en la ejecución de la tarea.
Solamente con empleados comprometidos se pueden obtener resultados que generen mayor valor empresarial. El compromiso debe estar basado en una doble identificación y coincidencia entre los valores corporativos y los valores personales. El mando intermedio debe sentirse identificado con lo que su empresa representa para él, y para los que trabajan en ella.
La aportación del director de tienda deberá constituir una generación de valor que el mercado pueda apreciar. El desempeño debe ir focalizado hacia la satisfacción del cliente. La verdadera fortaleza del mando reside en su interior, en su autoconfianza y en su capacidad de visualizar la cima y organizar los esfuerzos hasta ella.